Estoy de vuelta en Santiago,


y en la humedad sureña te me haces incandescente
todo un misterio de arterias y aretes,
toda una dama de cuentos de hadas, como tantas veces,
paso del café a los armarios, mientras te evoco como fuego fatuo
con todo los caminos a cuestas, llena la memoria de fotografías
inertes, paso del café a las montañas,
y te apareces en esta
bella
locura,
mientras leo poemas en ingles, mientras me apunto
en las huestes de los solteros codiciados,
mientras soy nuevamente
un reloj montaña rusa caleidoscopio de letras
de colores,

y quien eres tu?

paso del café al armario,
de la almohada, a la cama incesante,
desconcertante,
me asomo por las ventanas, te busco
te responsabilizo, mientras de seguro vuelas,
ajena a esta bella locura,
que trate de exiliar con cuerpos llenos de abismos
sabrosos y dolorosos
evocarte casi como una pirotecnia
delito monstruoso,
paso del circuito cotidiano, a una pagina en blanco,
nuevamente, tan temprano, aunque me pierda en un
rumor de motores amanecientes,
es en medio de Santiago, que vuelvo a verte en las vidrieras,
en el vaho que hierve, es que paso del café a las cartas pintadas,
de las cartas pintadas a la sonrisa rezagada
he reaparecido hacia Santiago, y no encuentro el valle,
ni mis calles, ni mi contrato ni mis soldados de juguete, tengo que comprarlo
todo nuevamente, edificar desde una pagina en blanco
tengo que inventarlo todo nuevamente,

delicia descalza es volver a cerrar los ojos entonces,
mientras la penumbra se deshace en esta mañana de primavera

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