Jugando al Capitan de Isla Negra

Hoy no tengo más que entregarme,
a mi destino,
me toca ser don Pablo, y a ti Matilde, la bella,
Baltimore es entonces una comarca en medio del Mediterraneo,
te tomo de la mano, para invitarte a mi barco sin velas,
para negar entonces al Capitán que siempre dice:

- que nada nos amarre, que no nos una nada-

porque en tu caracola desemboca la traslucida claridad
de las algas amanecidas, tu mascarón de proa renaciendo
cuando me encuentro con una facilidad de oleaje
bajo tus calores, porque la tibia reminiscencia de tus duraznos,
de tus pies como merluzas, escalando sobre mi montaña de sudores
la perla que te entrego, es una furia de volcanes subterráneos,
te tomo de la mano, para invitarte a mi barco sin anclas,
para entrar en desacuerdo con el alfarero de las olas de Isla Negra:

- amo el amor de los marineros que besan y se van –

invento un puente de letras para ti
en medio de precipicios anteriores, te levanto
como un higo caído, te devoro con una urgencia de sandia fresca
me deshago como cebolla española, en medio de una ensalada de coincidencias,
lloro entonces, como cascada paquidermica, como cerveza de
amapolas,
soy una abeja fortuita, ladrona del néctar de la decencia del notario,
te apareces siempre en la tarde de los damascos, para que te saboree
sin cuesco, demencial en una eucaristía de rocas sempiternas
forjando en tu cristal un empañamiento memorable.
te tomo entonces, de la mano, para invitarte a mi barco sin bandera,
y canto como el Poeta:

- pequeña rosa, rosa pequeña, a veces diminuta y desnuda-

ven a esta soledad de aire acondicionado, ven en este rumor
de cuidad extranjera, písame los talones, innumerables las cuadras del extrañamiento
ven a esta jauría de estrellas incrédulas, ven en esta noche de sabanas
usadas, ven a ordenar mis libros enjaulados, las maletas indecentes,
la cordillera de mi cuarto esta incompleta sin tu alivio, parece una sala de espera desplegada
en medio de la lluvia, un tornado de recuerdos rudimentarios,
ven a enumerar mis aficiones, mis desvíos,
ven a tomar mi sexo y mi intelecto hasta hacer una danza
convulsionada como una hélice, ven a mover este cuerpo
lleno de cerveza, transpirado de mover las costumbres, transpirado de
hacer crecer las esperanzas.

ven a cantar, pequeña rosa, ven a deliberar con tus labios de náyade
descalza, fragua para mi una avenida de tu aroma mas inaudito
crece como sombra atardecida, en medio de mis ciudades repletas
de anuncios y de mujeres como paracaídas,
para que cuando vuele, cuando imite la usanza del Poeta
cuando me aleje de la tierra de las banderas estrelladas,
cuando regrese a mis calles como espejos, a mi playa llena
de rocas y de arenas y de cangrejos y de olas porfiadas,
cuando camine por las noches alcoholizadas,
entre las hojas de un otoño Santiaguino,

para cuando sea lo que sea que viene cabalgando sobre un
infierno de suspiros,

no pueda sentir ese claro amor de marineros,
esa ingravidez de andar sin los amarres, sujeto a
tu misterio, a la religiosidad con que dedico mis centímetros
a tus centímetros de piel derramada

quede en estas manos la carencia
de una rosa diminuta.

Quede en estas manos la razón infame del Poeta!

Acerca de mis manos

Hoy mis manos se aumentan ,
sabes?

y se sacan el terciopelo de la nieve fina
se abren en una caricia intencionada, ahí donde nos gusta

hoy también se colaron los fantasmas de tu fotografía,
por mis dedos
se decidieron a perpetrar el vandalismo de tu voz como asteroide

la insolencia de la ausencia.
la impaciencia de la distancia
el insomnio, la extravagancia
incluso tus colores raramente combinados.

hoy mis arterias, la Chinita del departamento vecino,
que toca y toca un piano desafinado
mis letras, Michelle con un nuevo latino en su cama
para ver si arma entre los quejidos su ultima novela.
el bareto donde John me deja fumar después de las dos
el acoso de las ecuaciones,
el arroje de las ardillas,
mi amada bici oxidada

mi copa, mis dos copas, mis tres copas
de carmenere chileno entre mis manos

y tu caminar chileno, tus departamento chileno
tu mirar chileno, tu hablar chileno
tu colección de aretes en la pared de tu baño chileno
tu colección de encantos en tu eclosión chilena
en mi pasado chileno

chilenas, mis manos que hoy se aumentan,
se salen de los trofeos
se montan sobre mi espalda,
se revelan contra la rareza de un charango Baltimoriano
(no más jugar a National Geographic Victor, por favor)

hoy mis manos se aumentan,
haber si alguna de ellas te alcanza.

Esperame

espérame, ya pongo a Norah en el tocadiscos,
ya traigo un par de copas, y la conversación

que tengo prensada entre las manos
espérame, que ya abro el vino que trajo Matías,
para que cerremos los ojos al son de las palabras

del norte, y cantemos who I am, without the warm touch!
espérame, para que te cuente de antes, sobretodo antes del próximo surise de tus ojos matutinos,
dame un par de minutos, para escribirme un par
de violetas, para sorprenderme,
no me hagas sufrir y optar, en esta noche,
espérame, ya vengo y seré accesible como tu quieres,
como siempre dices que
yo hube sido,
antes de arrancarme por ahí a tirar piedras a los vientos,
desde los aviones,
dame un par de vueltas de reloj de arena,
y una soledad de jazz, intima, descrita sobre
la pincelada de quesos caros que trajiste.

ya vengo, espérame, como quieras, hay libros,
cuerdas, hasta tengo un tarrito de legos para tu inventiva,
dame la posibilidad de escribirme, un par de razones,
para sorprenderme, un par de vueltas por el techo
a ojos cerrados,
antes de ser todo tuyo, es estrictamente necesario
ser todo mío

El Paraiso Perdidisimo

Busco tu rostro, busco tu espejo,
camino por tu avenida extraviado de pronombres,
casi personales
todo el sol en los hombros tiesos, y tu como Antígona,
aunque yo sigo en el exilio, sigo en una tierra fragmentada,
vivo en la utopia, aferrado a tu pelo castaño,
vivo en las orillas, como a la deriva,
con un cuchillo deslindado para marcarte el pecho
de brindis y ojos como rosas de los vientos,

si agradezco al silencio, el traquetear de mis pasos,
fumo como estatua, hago crecer una violeta con
cariño, me desvivo, me descubro tendido con
la violencia de la apertura de un paracaídas,
y tu como fotografía ajada, viajando en la tierra de los
enanos de blanca nieves, para ser mi fantasía,
busco tu rostro
con la dedicación de quien busca un aro perdido
para luego hablar de las economías subiendo una escala
me pierdo con los dedos en una maquina de café descompuesta,
me piso la cola,
me rasgo el velo,
me ducho media hora con la vista fija
en la condensación de los vapores tibios,
como tus orejas pequeñas,

y que hago ahora que te
invente ciento cinco mil veces,
y sin permiso te pinte de libro con tapas moradas