El Paraiso Perdidisimo

Busco tu rostro, busco tu espejo,
camino por tu avenida extraviado de pronombres,
casi personales
todo el sol en los hombros tiesos, y tu como Antígona,
aunque yo sigo en el exilio, sigo en una tierra fragmentada,
vivo en la utopia, aferrado a tu pelo castaño,
vivo en las orillas, como a la deriva,
con un cuchillo deslindado para marcarte el pecho
de brindis y ojos como rosas de los vientos,

si agradezco al silencio, el traquetear de mis pasos,
fumo como estatua, hago crecer una violeta con
cariño, me desvivo, me descubro tendido con
la violencia de la apertura de un paracaídas,
y tu como fotografía ajada, viajando en la tierra de los
enanos de blanca nieves, para ser mi fantasía,
busco tu rostro
con la dedicación de quien busca un aro perdido
para luego hablar de las economías subiendo una escala
me pierdo con los dedos en una maquina de café descompuesta,
me piso la cola,
me rasgo el velo,
me ducho media hora con la vista fija
en la condensación de los vapores tibios,
como tus orejas pequeñas,

y que hago ahora que te
invente ciento cinco mil veces,
y sin permiso te pinte de libro con tapas moradas

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