Mi reloj era dos cuadras y media de esperas
Siempre de tu propiedad exacta,
Siempre en medio del monte de los esperanzados

Y me aferre a el como si estuviera
En medio de un solo de blues de Robert Johnson
O en la baranda de la torre de los mirones.

Y mi reloj creció poco a poco entre tus manos
Como una carcajada siempre arrebatada
Hasta ser mi esclavo destierro
Mi cantinela subversiva

Creció tanto que lo he vendido
Como reloj de campanario de Iglesia Norteamericana

Desde aquí lo contemplo en las tardes de la primavera
Cerciorándome a cada tic tac de su orgullo herido
Que siempre llega atrasado

Nunca entiende esto de la vida moderna.

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